miércoles, 5 de marzo de 2008

La Torre del Reloj

Categoría: Literatura


Sin siquiera advertirlo, una campanada le devolvió la vida a la necrópolis llenando de sonido cada rincón de la calle. Animales voladores se arremolinaron en torno a la Torre del Reloj y batieron sus alas alejándose de la llanura de concreto y se perdieron en el cielo oscuro de la cuidad mezquina.
La curiosidad innata del viajero despertó con el primogénito sonido del Reloj y junto con su voluntad, el viajero se incorporó del suelo para preguntarse como había llegado al callejón y por qué había estado acostado en, lo que parecía, un nido hecho de cartones y hojas de periódico.
Decidió que lo mejor sería no preocuparse por eso (por el momento), la curiosidad dilató sus pupilas como las de un gato, y siguiendo un impulso extraño en él se dirigió por las calles sin saber a donde lo arrastraba el eco del sonido.

Caminando por las calles de amargura, se preguntó: "Qué pensar? Qué hacer, o que suponer siquiera acerca de todo aquello?"
La calle se lo tragaba cada vez más y al engullirlo también engullía sus pensamientos convirtiéndolo así en un ente que se limitaba a caminar sin detenerse a contemplar la arquitectura blasfema y retorcida de la cuidad.

Sin darse cuenta, una terrible oscuridad se movió desde el centro de la cuidad arremolinandose por las callejas malsanas y tomando los pedazos más negros de la urbe se acerco al individuo y condensandose tomó la forma de un hombre envuelto en negrura .

Entonces la muerte le habló. Y abriendo sus fauces que despedían hedor y palabras malsanas le dijo –Mal venido seas, forastero –y al abrir la jeta, la muerte vomitaba vahos de negro humo putrefacto y hediondo– ... en este lugar no eres más que un animal, como los demás.
El viajero no le hizo caso a la muerte, si simplemente la miró con la natural repugnancia que todo ser humano debería sentir hacia un ser como ese. Se llevó la mano al rostro para tapar su nariz y evitar el vómito al estar ante una aberración.
La muerte al ver la repulsión con la cual el humano la miraba, levantó su mano violentamente y el humo formó una gran hoz que la muerte empuñaba, el viajero cerró los ojos cuando vio que la muerte bajó su hoz diagonalmente.

Cuando abrió los ojos, notó que una fuerte campanada lo había despertado.
En seguida, sonó otra campanada

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