lunes, 24 de marzo de 2008

Entre cuatro esquinas

Categoría: Literatura


La quinta vez que los vi, me inspiraban lástima al verlos tan diferentes y lacerados. Naturalmente la primera (y segunda) vez me desmayé del susto, la tercera estuve bajo un ataque de nervios y la cuarta sentí repugnancia al ver tales aberraciones.

Fue cuando me alejé varios metros de la Torre del Reloj luego de oir una campanada que despejó ideas malsanas y extrañas de mi mente.
Deseoso ya de conseguir una explicación en medio de la oscuridad de tan perversa y sórdida cuidad, empecé a caminar buscando algo que me oriente en mi peregrinación, me pegaba a las paredes luego de examinarlas y olfatearlas puesto que había tenido un sueño muy perturbador, y aunque no lo recordara enteramente algo me decia que no habia sido un sueño reparador y mucho menos tranquilo.

La cuidad seguía completamente a oscuras, puesto que calculaba haber dormido por menos de hora y media, miré esperanzado mi reloj de muñeca y vi con tristeza que aún, luego de varias horas, eran las 1:45:25 y que ninguna manecilla tenía la intención de moverse desde que entrara en esta cuidad blasfema y perversa. Descubrí entonces con mucho horror que en la Torre del Reloj era la misma hora, y aún con las campanadas las manecillas no se movían por ningún motivo ni para ningún lado lo cual acrecentó mis ganas de salir inmediatamente de ese mal lugar.
Para su infortunio, no contaba con ningun mapa, al menos no con un mapa de esa ciudad, si es que existió alguna vez.
Resignándome a seguir buscando alguna pista de humanidad o de lógica siquiera en esta necrópolis, seguí caminando reptando por las paredes como una lagartija. Los papeles que aplastaba estaban amarillentos y secados por el sol. Crujían como las hojas de otoño y emitian un olor viscoso y dulzón.

Cuando mi olfato recibió una dosis completa del aroma de los papeles y cuando senti una materia gelatinosa en mis manos, me desprendí de inmediato de la pared y le apunté con mi linterna de mano. Cuando ví mejor los papeles un abismo se abrio a mis pies y caía libremente al vacío sin poder sujetarme siquiera de alguna piedra. Los papeles amarillentos y secos al sol tenían palabras pintarrajeadas en sangre ya coagulada e incluso en estado de descomposición llegando a ser negra en los papeles a los cuales todavía no habá llegado.

Iluminé las frases movido por mi tonta curiosidad (la cual ya me había llegado a esta sórdida ciudad)y luego de leer las frases más incomprensibles y más malvadas huí desesperado cuando vi en un papel mi imagen encerrada con un círculo negro de sangre junto a otras imagenes de personas que ya estaban marcadas con una equis negra.
Corría a toda velocidad sintiendo que por las ventanas del callejón se asomaban rostros horribles y se mofaban de mi huida, por los rincones más oscuros brillaban ojos viscosos de color ámbar como de insectos gigantes y a su espalda la oscuridad iba ganando terreno y devorando todas las luces que atrás dejara mi linterna de mano.
Sentía que pasos extraños me seguían en mi huida, pasos pegajosos de seres que saltaban y caminaban en saltadas.
Llegando al paroxismo de la demencia, giré tentando a mis pies e iluminé hacia atras esperando ver a mis perseguidores pero no vi nada mas que el suelo vacío, silencioso y sin fin de una calleja que al parecer era la más extensa de la cuidad.

Antes de llegar a la histeria en medio de esa calleja maldita, vi una avenida que cortaba el callejón y de no ser por lo que luego vi hubiera incrementado la velocidad de mi marcha ya casi debilitada. Vi en la nueva avenida varias siluetas de formas humanoides que avanzaban saltando torpemente hacia la izquierda y muchas de ellas caminando tan deprisa como si sus piernas fueran demasiado cortas para su tamaño.
Me detuve en seco. apagué mi linterna y me pegué contra todo pronóstico a las paredes que antes aborreciera y me causaran tanto pavor y vi con creciente asco como los seres saltantes seguían su marcha portando luces débiles las cuales no llegaban a iluminar sus formas altas y robustas (afortunadamente).
Cuando hubo pasado el ultimo de los seres avancé sigilosamente hacia la avenida para efectuar mi intento desesperado de escapatoria de aquella cuidad de locura.
Fue ahí cuando vi a uno de los seres reptando como una salamandra hacia lo que parecia una especie de casa en ruinas.

Cuando me recuperé, continué mi marcha, puesto que no había pasado mucho y las gotas de una naciente lluvia me despertaron.
Al fin cruce por la avenida en donde viera a los seres por primera vez y vi como en una plaza mayor habían antorchas de un color azul las cuales lamían el aire suavemente.
Ni pensar siquiera en acercarme a esa plaza, de modo que continué hacia otro lado en busca de un lugar donde pasar las horas de noche que quedaran (si es que existía un día, claro).

1 comentario:

Miss Gaunt says ... dijo...

yo insisto! deberías ser escritor! Sq Kaiser, escribes de una forma alucinante, en serio. Lo que acabo de leer me atrapo enormemente y te dja con sensasiones de más. Sabes como atrapar al lector Usando frases y palabras tan inesperads y esperads a la vez. Por qué no la sigues? :D